Fue bajo el portal de la presidencia cuando conversamos frente a frente por última vez. Acordamos subir al volcán, junto con otros amigos comunes. “El 02 o el 03 de enero”, coincidimos.
El diálogo entre Jau y un servidor se limitó a tan solo dos minutos; pero a diario nos comunicábamos por whatsapp o a través del celular. El miércoles por la mañana tuvimos la última conversación a distancia.
Mientras me trasladaba a Tepic a una conferencia de prensa, le pregunté sobre su estado de salud. “Hay la llevo”, me dijo, aunque luego me aclaró que no se sentía del todo bien.
Jaudiel González tenía algunos días sintiéndose indispuesto. No aceptó mis invitaciones a ningún lado y eso me intranquilizaba, porque casi siempre encontraba de su parte una respuesta positiva. A veces íbamos a Jala o a Uzeta, a Tetitlán o a Marquesado…
Hace alrededor de 45 días Jau me acompañó a San Pedro Lagunillas. Esa vez cortamos ciruelas y visitamos algunos de los sitios más distintivos de ese lugar, para terminar en las maxiletras que se colocaron en la Laguna, sobre la carretera alterna que rodea a la misma.
En agosto pasado y sin haberlo planeado, nos encontramos por allá en el bello Puerto de Mazatlán. Cada cual viajó a la llamada “Perla del Pacífico” acompañados de nuestras respectivas familias, pero en momentos distintos y con itinerarios también diferentes. Fue, por así decirlo, una agradable coincidencia.
“¿Donde andas Poli?”, inquirió el 8 de agosto. “En Mazatlán”, le contesté. Jau no me creyó e insistió en su pregunta y yo le reiteré mi respuesta. “¡Pues yo también ando por acá!”, exclamó. Preguntamos por nuestra ubicación y a los pocos minutos nos encontramos por el rumbo de la Zona Dorada.
No hace mucho me invitó a La Estancia de los López, junto con su primo Edgar Godínez. Accedí y durante el trayecto –tanto de ida como de venida- conversamos de una y mil cosas. Bromeábamos mucho, pero sin faltarnos el respeto.
Este jueves, a eso de las 9 de la mañana, se me informó que Jau había sido trasladado en una ambulancia al hospital de Ixtlán. Sin pensarlo mucho me comuniqué de inmediato con su familia, la cual efectivamente confirmó la noticia…
Nunca imaginé la gravedad de su caso. Pensé en visitarlo, pero dos horas y media después me informaron de su fallecimiento. ¡No lo podía creer; me resistía a creerlo; pero Dios y el destino así lo determinaron.
Mi gran amigo Jau murió siendo muy joven aún. 42 años tenía; pero desde que murió su primo Güicho, su vida ya no fue la misma. Se deprimía con frecuencia y el golpe que le produjo el reciente fallecimiento de su compañera regidora Betzaida Tadeo –apenas el pasado sábado-, lo abatió por completo. Quizás fue esto lo que hizo que la glucosa se le disparara produciéndole un desajuste en todo su organismo.
Hoy Jau ya no está físicamente con nosotros, pero al menos en nuestra familia estará por siempre en nuestros corazones. DESCANSE EN PAZ.
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