Mientras ingresamos al hospital un doctor baja la cabeza, se desdibuja su sonrisa por unos momentos y luego sigue caminando. Parece que a los demás también les incomoda nuestra presencia. Tal vez piensen que vamos con el látigo inquisidor a inspeccionar lo que ciertamente les hace falta; pero en estas carencias no entra su voluntad y capacidades probadas, más bien los recursos materiales y humanos para su buen desempeño.
Y es que 25 médicos para una población de 125 mil habitantes (Fuente: Proyecciones del CONAPO para el 2017), que comprenden a los municipios de Ahuacatlán, Amatlán de Cañas, Ixtlán del Río, Jala y comunidades de Jalisco cercanas a Nayarit, es una tarea titánica.
Estos 25 galenos, junto con 8 especialistas, 52 enfermeras, son los que atienden a cientos de miles de pacientes al año. Para lo cual se tienen que distribuir en 6 turnos: matutino y vespertino de lunes a viernes; nocturnos con guardias A y B, más los fines de semana de día y noche. Lo que nos arroja un servicio de 24/24 los 365 días del año.
Mientras recabamos los datos, también se nos viene a la mente el número de heridos que este año, y en todos los años, se atienden en el hospital producto de los infortunados percances que a diario ocurren por la carretera federal 15 y 15D, que vienen siendo la carretera libre y la autopista Tepic – Guadalajara. Las veces que han internado a nuestros amigos y familiares en un área higiénica, amplia, y con sanitarios en cada sala de internamiento. Los análisis clínicos y de rayos X que nos han servido para saber nuestro estado de salud. ¡El ombligo que muchos hemos dejado allí!
Tan solo este año se han atendido a 23 mil 631 pacientes. Se han practicado 324 cirugías de corta estancia. Se han reportado 5 mil 397 egresos hospitalarios y 1,143 cirugías generales. En el área de urgencias se han recibido a 15 mil 323 enfermos, y se han hecho 90 mil 546 estudios de gabinete, 960 partos y 250 cesáreas.
Evidentemente que uno quisiera más. Es una aspiración legítima, deseable y natural que procuremos alcanzar mejores niveles de vida, sobre todo cuando se trata de la salud. Pero, ¿quién se atrevería a cuestionar la dedicación y el trabajo abnegado del doctor Roberto Coronado cuando en su tiempo atendía a decenas de pacientes que a diario provenían de toda la geografía del sur? No pretendamos entonces que un hospital “comunitario” resuelva todos los problemas de salud de 125 mil personas.
Con todo, el HIC de Ixtlán cuenta con las especialidades de ginecología y obstetricia, traumatología y ortopedia, pediatría y cirugía general, clínica de heridas para quienes sufren de úlceras crónicas, pie diabético, entre otros. Y aunque con limitaciones, existe un quirófano en buen estado, un servicio de hospitalización óptimo, toco-cirugía, módulos de consulta externa, otro para atender a las víctimas de violencia intrafamiliar, atención al adolescente, módulo de vacunas donde se proporciona el tamiz auditivo, el tamiz metabólico, módulo de nutrición y el dental, laboratorio de análisis clínico, psicología, planificación familiar, y la vasectomía sin bisturí.
Y aunque en cada comunidad suele haber una Unidad de Salud, es aquí en el hospital de Ixtlán dónde el monitoreo epidemiológico se lleva con mayor eficacia. Dónde se le da tratamiento y seguimiento a quienes han tenido dengue, pero también están preparados para diagnosticar enfermedades más fueres, como el zika, chikungunya, rickettsiosis, varicela, tuberculosis, VIH/SIDA, entre otros…
… Después de un buen rato. Se relaja la tensión. Vemos llegar a las practicantes de enfermería del CBTIS 27, y a otros doctores que se hacen disponibles pese a que no es su horario de atención. Realmente están comprometidos con su trabajo. Si protestan es precisamente porque como como se lee en una manta que cuelga en el Hospital Central de Tepic: ¡No tenemos con qúe!
Los médicos y enfermeras del HIC son muy unidos. Tienen años de experiencia. Inclusive han hecho amistad con algunos que ya no trabajan allí y se han retirado a sus propios consultorios o mudado a otros hospitales. Coinciden en el derecho de los pacientes a quejarse; pero no a tomar como banderín electoral los casos de éstos.
Pensábamos que era nuestra presencia lo que les incomodaba, el hecho de revelar datos confidenciales de sus pacientes; cuando en realidad lo único que evitan es a la prensa y al político que solo ve el lado rojo de la noticia. Esta vez se equivocaron.
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