La inflexibilidad que distingue a las normas, su generalidad, no siempre es lo que las hace justas. De hecho la ley rara vez es justa; sobre todo en un sistema donde el dinero es el imperativo en la regulación de procesos, pensamientos y conductas.
De ahí que no nos sorprenda la respuesta de la doctora Myriam Angélica Rubio Carrillo, directora de la clínica 17 del IMSS en Ahuacatlán, cuando justificó la prioridad que tienen en el servicio médico los trabajadores asalariados respecto a otros derechohabientes que también trabajan, pero que debido a otras circunstancias adquieren el seguro facultativo.
“Lo que pasa es que el Seguro Social se sostiene principalmente de los trabajadores asalariados”, explicó. Y añadió: “Los trabajadores muchas veces vienen a que se les otorgue una incapacidad laboral”.
El razonamiento, no cabe duda, es lógico. Pero se trata de un sofisma. Sobre todo cuando se considera que el instituto se sostiene no solamente de los trabajadores asalariados, sino principalmente y desde que se formó, por los subsidios gubernamentales que vienen de las contribuciones que todos aportamos.
Es esta la razón, entre otras que iremos desglosando a lo largo de esta semana, lo que ha hecho que a nivel nacional surja una iniciativa para que exista un sólo sistema de seguridad social. Con ello, alegan los legisladores, se evitarán las corruptelas y el desvío del dinero que se hace por parte del IMSS, del ISSSTE y, en general, de todas las instituciones que pertenecen al Sector Salud, junto con sus sindicatos.
No es de ahora el que todos los candidatos a la presidencia de la república, y entre ellos el actual presidente Enrique Peña Nieto, hayan prometido el Seguro Social Universal. Uno para todos, sin distingo ni la discriminación como la que hizo la doctora Myriam al caer en este dogmatismo argumentativo al que los abogados califican de leguleyos.
El asunto radica en que no importan los esfuerzos por llegar temprano, dejar la comida, el trabajo o cualquier otro compromiso para obtener atención médica en la clínica 17, cualquiera que sea trabajador que cotice en el IMSS puede llegar cuatro o cinco horas después y tendrá la oportunidad de entrar primero al consultorio, sin previo aviso ni cita médica.
Es por demás indicar que quienes no cotizan no lo hacen por mero gusto o conveniencia. Es de Perogrullo negar la importancia de contar con el seguro de trabajador. Simple y llanamente no lo hacen porque no pueden, o porque el patrón no les otorga este beneficio.
Un señor por ejemplo de 89 años de edad fue regresado este día a su casa por segunda ocasión, pese a que madrugó para recibir atención médica. ¿La razón? No es trabajador asalariado. Una empleada de oficina que dejó sus actividades laborales y que llegó cinco horas antes de la consulta, fue atendida mucho después que los trabajadores asalariados que llegaron sin cita y de último momento.
He ahí donde nos preguntamos dónde está la equidad y la justicia del sistema… ¿Cuestión de enfoque o apreciación? No. Como tampoco sería correcto que se tomara como norma el principio general de derecho que dice: “Quien es primero en tiempo es primero en derecho”. En materia de salud, los médicos deben entender que hay situaciones en las que para ser justos, deben tomar en cuenta todos los factores.
Tal como expiden diversos tratamientos médicos de acuerdo al paciente y su enfermedad (no obstante los protocolos que aprendieron en la universidad), así debería ser el trato para con los derechohabientes.
Así las cosas, sorprende que ahora exista esta nueva modalidad en la prioridad de la atención médica, cuando desde hace años las asistentes del médico familiar formaban a los no citados para atenderlos conforme fueran llegando. Ya no. Ahora si usted es un trabajador que cotice, tendrá el privilegio de llegar a las 13:30 – si es del turno vespertino – y ser atendido de inmediato, pues lo que el IMSS quiere, es cumplirle “al patrón” que le paga a fin de que regrese cuanto antes a su centro de trabajo. (Continuará).
Discussion about this post