No hace mucho, mientras recorríamos los pasillos del cementerio de Ahuacatlán para un Facebook Live de “Región Paranormal” y de “El Regional”, sentí que me jalaban la playera, por detrás. Volteé al instante y no miré nada y tampoco se lo comenté a mis compañeros.
A los pocos instantes escuché muy claro un murmullo, como si alguien hubiese pasado justo a mis espaldas. Miré de reojo a los dos policías que nos habían acompañado y que seguían el recorrido a dos o tres metros de distancia, pero estaban impávidos.
¿Qué está pasando aquí?, inquirí para mis adentros, mientras Joel y Mara estaban enfrascados en la transmisión. De pronto todos escuchamos un ruido, similar a cuando una pelota golpea en la pared.
La sensibilidad de Mara y de Joel advertían sobre la presencia de una niña sentada sobre una tumba, e incluso se tuvo que hacer uso de aparatos especiales que detectan entes paranormales y así se confirmó que, efectivamente se trataba de una menor.
Lo anterior no sé si tenga algo qué ver con aquella leyenda que alguna vez me contó “Lipe” el camposantero cuando fui a entrevistarlo a su domicilio de la calle Juárez, en el barrio de La Otra Banda.
Lipe Montero platicaba del entierro de una niña que le dio mucha tristeza por el dolor y llanto de la madre y que cuando se despidieron le hablaba al féretro: “No tengas miedo, un día me reuniré contigo mi amor…”
Cuando ya se iban, la madre fue y tocó en el cuarto del velador y le dijo que le encargaba mucho la tumba de su hija, que le había dejado una muñeca y que por favor la cuidara.
Lipe me contó que al día siguiente se levantó temprano a barrer la entrada del panteón y vio la muñeca en una especie de banca de ladrillo y así paso por varias noches hasta que una noche decidió vigilar la tumba para ver qué pasaba y pudo darse cuenta de cómo el fantasma de la niñita se levantaba y tomaba su muñeca y enseguida caminaba hacia afuera. Se impactó, pero no se asustó. No le dio temor alguno ya que la vio como un angelito.
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Al tercer día de ver esto, el velador se animó y siguió a la niña hacia afuera. Vio que se sentaba en una piedra que estaba cerca de la entrada principal y se atrevió a acercarse y le preguntó: “Qué haces aquí?”. La niña le contestó:
–– “Espero a mi mamita; ella dijo que un día vendría”.
Así pasaron varios años. Lipe se acostumbró a ver ese pequeño fantasma, cuando una noche tocaron a su puerta. Era la niñita que le dijo:
–– “Te vengo a dar las gracias por cuidarme todos estos años. Ya no estaré sola, mañana vendrá mi madre”… y se despidió.
Al día siguiente llegaron con un féretro. Era la madre de la niña que había fallecido.
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