Una llamada de emergencia alertó aquella ocasión a quienes a esa hora se encontraban de guardia en la Cruz Roja de Ixtlán.
No habían pasado 5 minutos cuando Alba y Rita ocuparon sus lugares en una de las ambulancias, mientras que don Pedro accionó la sirena dirigiéndose hacia el norte de la carretera Internacional.
Al llegar al kilómetro 162 —situado a la altura de la Curva del Ceboruco— se encontraron con un cuadro nada agradable. A un costado de la carretera estaba un automóvil volcado con las llantas hacia arriba y en su interior estaba tres personas, dos de ellas muy heridas y la otra ya sin vida.
Con la urgencia del caso y haciendo uso de toda su experiencia y habilidades como técnicas en urgencias médicas, Alba y Rita lograron rescatar a los dos lesionados. Les prestaron los primeros auxilios y enseguida se les traslado al Hospital de Ixtlán.
Según se supo más tarde, estos fueron enviados a los pocos minutos a una clínica médica de la ciudad de Tepic. A los dos días se conoció que ya estaban fuera de peligro.
Alba y Rita fueron las heroínas de aquellos hechos al haber salvado la vida a estas dos personas que, si mal no recordamos, provenían de Rincón de Guayabitos.
Lo anterior viene a colación ahora que se celebra justamente el Día del Socorrista —además del Día de San Juan—, el cual fue instituido el 24 de junio de 1859, producto de la batalla de Solferino, en la cual Henri Dunant —fundador de la Cruz Roja— y un grupo de voluntarios contribuyeron a dar alivio a los soldados heridos, cambiando de esta manera la suerte de los vulnerables y mitigando el sufrimiento humano.
Para ser un socorrista —escuchamos decir alguna vez a un instructor que vino desde Guadalajara a un simulacro que se realizó en Ixtlán—, “lo más importante es tener vocación de servicio, ser humilde y por supuesto tener el conocimiento, aunque en este último se va adquiriendo con la capacitación constante”.
Te puede interesar: Cruz Roja de Ixtlán celebra el Día del Socorrista.
El tener vocación es no esperar nada a cambio, incluso ni el agradecimiento de una persona que fue rescatada. La gratificación es ver que están bien, mientras que la humildad es tener un trato digno para todas las personas, sin importar que sean pobres o ricas, mexicanas o extranjeras, porque se atiende desde una persona con mucho dinero hasta un indigente.
En ese sentido, los paramédicos o socorristas de la Cruz Roja de Ixtlán, tienen vocación de sobra y así lo han demostrado cuántas veces se ha requerido. Son héroes sin alas. Por eso desde este espacio felicitamos a quienes colaboran en esta institución y a todos los que se dedican a la atención primaria de heridos, enfermos o personas que enfrentan situaciones críticas.
Discussion about this post