Don Silvestre Berumen “El Chivis”,
(Q.E.P.D.) en Ixtlan fue mensajero de
telegrafos durante 53 años, apasionado
de su labor, y amigo del pueblo
El periodo de vida del telégrafo en México con el sistema Morse, patentado en 1840 por Samuel F. Bréese Morse, fue de 141 años. La primer línea telegráfica se inauguró el 5 de noviembre de 1851 por el Presidente de la república general Mariano Arista, iniciando la comunicación entre la capital del país y Nopalucan, hoy Nopalucan de la Granja, Puebla, y el 22 de diciembre de 1992 en las oficinas de la central de Telégrafos en la calle Tacuba, en la ciudad de México, se cancela oficialmente el sistema Morse del telégrafo mexicano, justamente al mismo destino del primer telegrama, Nopalucan, en el Estado de Puebla.
El 5 de febrero del año 2000, cuando en mi querido Ixtlán saboreaba una rica nieve de garrafa, decidí visitar a don Silvestre Berúmen, mejor conocido como “El Chivis” para tener una plática sobre los años que se dedicó con pasión a entregar mensajes de toda índole, mensajes que los telegrafistas transcribían de los puntos y rayas que recibían en el aparato receptor, o sea la clave Morse, para lo cual el remitente utilizaba un formato al que se le denominaba “esqueleto” en donde escribía el texto, normalmente máximo diez palabras, para que fuera más económico.
Llego al domicilio de mi paisano, quien como siempre, me recibió con esa característica de amistad que tenía muy nata, y con gran entusiasmo —más que entrevista, fue una charla muy amena—me comentó de su paso por esa actividad que desempeñó durante 53 años, actividad que inició cuando contaba con 14 años en las oficinas que estaban cerca de la terminal de Marina Muro, de los transportes norte de sonora y pacífico.
Su primer jefe fue don Salvador Avilés Castro, esposo de Doña Leonor la directora de la Academia Comercial “García Martínez” en donde se prepararon infinidad de jóvenes, mujeres y hombres que se dispersaron por diferentes partes del país, unos como telegrafistas, otros como taquimecanógrafas o con los conocimientos elementales para desempeñarse como oficinistas.
El “Chivis” me platicó que se inició recogiendo el correo de la estación del ferrocarril. En ese año era una sola oficina Correos y Telégrafos, pues en febrero de 1933 la Secretaría de Comunicaciones y Obras públicas decide unir por los efectos de la gran depresión en una sola las Direcciones de Correos y Telégrafos.
Esto inconformó a telegrafistas de algunas partes del país y protestaron. En Zacatecas, el día 13 deciden ponerse en huelga y fueron secundados por oficinas de otras entidades; pero al día siguiente fueron obligados por soldados de transmisiones militares a reanudar las labores. Por eso el día 14 de febrero es reconocido como el “día del telegrafista”.
Y resigue comentando: “En 1941, cuando se separan correos y telégrafos, don Salvador vio que yo era responsable en recoger la correspondencia, y como el anterior trabajador que repartía telegramas, un tal Gustavo se fue a Ruiz, pues me ofreció el puesto de mensajero, y acepté. En 1942 el General Ávila Camacho vuelve a separar el servicio postal y el telegráfico, creándose con ello la Dirección General de Telecomunicaciones”.
“¿Y qué pasó después?, pregunté. El Chivis contesta: “Recuerdo que el jefe enfermó del corazón, se fue a Guadalajara a curar y me dijo, hay le encargo Berúmen, pero el jefe falleció. Antes de que don Salvador fuera Jefe existió otro de apellido Uribe García, –y continúa con gran entusiasmo–, de la Academia Comercial. A los jóvenes estudiantes el Jefe les daba el visto bueno y los más avanzados pasaban a la Oficina de Telégrafos como meritorios, o sea sin un salario, pero de allí muchos pasaron a ocupar plazas ya como telegrafistas a diversas oficinas de la república, pues el Director General de Telégrafos era muy amigo de don Salvador y le solicitaba directamente jóvenes preparados. Así salieron de esa academia, Nacho Gómez, Ramón Ramírez, papá de los futbolistas; Toño Caro, Jesús Armas, Toño el hijo de Abel, mis hijos Jorge, Guillermo y Roberto entre otros”.
Le pregunto si Don Emilio fue telegrafista egresado de esa academia y me responde que “No lo conocí como telegrafista, pero sí era muy amigo del Jefe Salvador. Recuerdo que una ocasión, cuando todavía recogía la correspondencia del ferrocarril, me agarró un federal porque yo traía pasaje, entonces el jefe me dio una recomendación para don Emilio, a quien él le decía “El Chino” y caso resuelto. Allí fue donde conocí a don Emilio”.
En esa charla me dijo con algo de nostalgia, que ya no hay telegrafistas. Los mensajes de TELECOM tienen menos aceptación.
Continuamos dialogando sobre la historia de Telégrafos: La Dirección General de Telégrafos Nacionales se crea en 1878. El Telégrafo y los telegrafistas participaron en muchos acontecimientos de la historia de nuestro país, ya que transmitieron infinidad de mensajes de gobiernos liberales y conservadores; sucesos de la revolución, y claro en el aspecto social, infinidad de familias utilizaron dicho servicio.
Don Silvestre Berúmen EL CHIVIS, hace varias semanas rindió cuentas al creador. Descanse en paz, siempre lo recordaré. Aunque un poco tarde mis sinceras condolencias a sus hijos. Principalmente a quienes conozco y me ofrecen su amistad: Anita, Jorge, Luis, Guillermo.
Y ya entrado en el tema hurgando en mi rincón entre papeles viejos, encuentro que en esta entidad, el gobierno utilizó en forma social y política el telégrafo. Por ejemplo, el 24 de diciembre de 1920, el gobernador Santos Godínez, transcribe a los presidentes municipales un telegrama que el Cónsul General de México en New York, Ramón Denegri, dirigido a la Secretaria de Relaciones Exteriores: “Suplico a usted hacer del conocimiento público que con motivo de la crisis económica están quedándose sin trabajo centenares trabajadores, entre cual encuéntranse mexicanos, después de enero rumórase cerrarse más fábricas y establecimientos negocios.- Como siguen llegando trabajadores mexicanos, este país, encuéntrase situación angustiosa agregando rigores invierno. Diariamente presentándose nuestras oficinas gran cantidad mexicanos difícil situación económica y otros enfermos, pidiendo repatriación mayor parte de ellos cesados sus respectivos trabajos otros recién llegados por no encontrar trabajo y enfermos por fuerte invierno, costando fuerte sumas Nación pues hay que repatriarlos y muchos hasta necesitan dar sus gastos hasta poder conseguir pasajes en vapores. Permítame sugerir Gobierno, hacer extensiva esta información a todo país para que mexicanos no aventurarse venir pues muchos casos vénse obligados cometer robos y crímenes causando así mismo serias dificultades y fuertes gastos erario…”.
Otro acontecimiento fue en 1918, en que como el gobernador Santos Godínez se negó a promulgar el decreto aprobado por el Poder Legislativo, respecto a las elecciones municipales y del estado argumentando que todos los decretos expedidos por el Congreso carecían de validez porque no se ajustaban a ningún reglamento. Dirigió un telegrama al Presidente de la República, Venustiano Carranza, notificándole la situación en la entidad. El mandatario Nacional respondió dando la razón al Congreso, pues señaló de manera inequívoca que la falta de un reglamente no invalida los actos de un poder como lo era el Legislativo.
A pesar de esta contestación, el testarudo Santos Godínez siguió negándose a publicar la convocatoria al mencionado proceso electoral, y un nuevo telegrama dirigió a Carranza. Le fue respondido por el Secretario de Gobernación, Manuel Aguirre Berlanga, en los siguientes términos: “I.- El Gobernador del Estado puede hacer observaciones a la Constitución Local. II.- En este caso, la ley expedida por el Congreso está de acuerdo con la Constitución. III La obcecación efectuada por el gobernador está en contra de la Constitución y, por lo tanto, resulta improcedente. IV.- Si se considera que la Constitución Local no se ajusta a la general, debe acudirse a la Suprema Corte para que ésta resuelva y se haga las reformas correspondientes. V.- Las elecciones deben efectuarse de conformidad con las disposiciones del Poder Legislativo”.
Santos Godínez se encorajinó y ordenó el encarcelamiento de los diputados José Aguiar Béjar y Antonio de Paula Monroy, quienes no fueron privados previamente del fuero constitucional, acusados de “haberle faltado al respeto” al gobernador. Los detenidos promovieron su libertad, sin embargo el juez del distrito Juan Ramón Uribe se negó a libertarlos. Le costó que fuera destituido. escanio7@hotmail.com
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