La construcción del mercado municipal en Ixtlán del Rio es una obra fuera de serie que bien pudiera ser aprovechado como un excelente “Atractivo turístico” y crear una buena fuente de trabajo. Razones por las que propongo este atractivo giro para darle algún uso antes de que el tiempo haga su trabajo:
- Representa el capricho de los gobernantes cargándole todos los gastos al pueblo.
- Es una muestra de la incapacidad de los constructores para hacer una obra de calidad.
- Ejemplo de sordera extrema para escuchar las verdaderas necesidades.
- Rompimiento de toda armonía arquitectónica.
- “Copiar” una obra – y del país que nos conquistó por 300 años – y “Pegar” en nuestro querido Ixtlán del Rio que casi todo soporta.
Estas razones son suficientes para Decretar en el Congreso del Estado, a esta obra como “EL MERCADO DE LA VERGÜENZA”, y así se puede lanzar la publicidad invitando al turismo nacional e internacional para que vengan a conocerlo y se inspiren para que lo copien en todo el país. Se llenarían los hoteles y restaurantes, se formaría un grupo de guías turísticos que darían un recorrido con todo lujo de detalles: desde cómo nació la ocurrencia de la construcción, costos de los viajes, los magníficos “planos” arquitectónicos, de dónde se tomarían los recursos. Todo con documentos que los visitantes podrán admirar en sus originales.
¿Imaginan el provecho para los ixtlenses y para todo México? ¡Tener un ejemplo vivo de cómo no construir una obra al servicio de la sociedad! ¡Ah!. Y para completar ese recorrido turístico inolvidable, se les llevaría al “Cerrito de Cristo Rey” donde aprenderán cómo se extermina la flora y fauna de un lugar que había sido el símbolo de un pueblo con tradiciones envidiables. En la cima del “Cerrito” se fundaría un museo donde se exhiban las fotos de todo lo que había y se hacía en tan bello lugar… ¡Otra fuente de trabajo más!
¿Qué nos queda a los ixtlenses? Reírnos de nuestras desgracias o aprovechar con creatividad de lo que parece no tener remedio. A menos que se elijan autoridades capaces y comprometidas con el bienestar del pueblo. ¿Algún día? Y el derroche en obras como el Mercado de la Vergüenza, ¿quién lo pagará?
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