Francisco Aguiar González:
Es muy interesante tu análisis sobre el título “Pueblos Trágicos”, y te refieres específicamente a Jala y le das una maquillada a tu escrito refiriéndote a Ixtlán y Ahuacatlán.
Nada te parece bien. Criticas sin piedad a todos aquellos que promovieron y siguen promoviendo el programa turístico de pueblos mágicos. Hablas de vividores y buitres que no desquitan el buche de agua que se tragan. Criticas esas hermosas letras que anuncian el nombre del pueblo y del Ceboruco. Con ferocidad atacas a investigadores y científicos quienes hacen acopio de la semilla nativa disque para serivir a Bill Gates. Hablas con sarcasmo de que no se cultiva la tierra para presumir el elote más grande del mundo en Guinness. Y atacas a comerciantes llamándolos changarreros, y lo peor, hablas visceralmente de todos aquellos hombres, mujeres y niños turistas, estudiantes, gente sencilla que van a conocer las pirámides prehispánicas llamándolos pasquines y ñudos de perro para cargarse de energía. Y al inicio de tu escrito llamas pueblos mágicos como epidemia y peste.
Si analisamos minuciosamente tu escrito, no hay nada positivo en él. Solo te pones frente al espejo del BRILLANTE LIBRO de JOSÉ INGENIEROS, “EL HOMBRE MEDIOCRE”.
El hombre mediocre es el “hombre masa, el ser que se pierde en la multitud y que no se atreve a ser diferente”. Una de las características del hombre mediocre, no menos deplorable, es la fuerte inclinación que tiene por “la envidia”. La envidia es la otra cara del hombre mediocre; sumadas, por supuesto, a la arrogancia y a la soberbia.
Te dices pertenecer a la clase trabajadora diciendo “nosotros los jornaleros, los campesinos sin tierra, no sobrevivimos aferrándonos al pasado. Y te burlas de la clase campesina y de los agricultores que regresan al origen, a lo orgánico.
Las personas proactivas, positivas y creativas son las que les depiertan este vil sentimiento que expresas en tu escrito. Un talento desarrollado y llevado a la perfección es el mejor espejo en donde los mediocres se ven reflejados.
La envidia no es más que la respuesta de las propias insatisfacciones personales ante quien les está evidenciando sus propias deficiencias o mediocridades.
Por esto mismo, en ves de “emularlos”, los hombres mediocres optan por destruirlos y denigrarlos. Como tú lo estás haciendo en este escrito que muy en tu derecho escribes en este prestigiado medio de comunicación que quiero mucho.
Para finalizar, pondré un ejemplo en letras de José Ingenieros… Beethoven tenía su propia orquesta sinfónica que interpretaba todas sus obras musicales. En una ocasión, en vez de quedarse en el teatro a escuchar su nueva sinfonía, decidió pasear por los bosques de alrededor. Él amaba mucho el espectáculo de los rayos de luz que atravesaban las copas de los árboles. Al regresar, notó que el director le había hecho algunos cambios a la partitura. Al voltearse, observó que Beethoven se acercaba a él, no para amonestarlo o despedirlo, sino para simplemente decirle: “¡La haz hecho mejor que yo”. Finalizo: la envidia es el dolor que causa la prosperidad de los otros (Aristóteles).
Los envidiosos son aquellos que sufren por el bien que se ven que les ha tocado en suerte a otros hombres. (Descartes).
Te doy un abrazo con afecto y reconocimiento a tu estilo literario, más no a su contenido.
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