¿Qué haces aquí?, me preguntó Carlos Carrillo cuando me le acerqué momentos antes del arribo del gobernador Antonio Echevarría a Jala. La pregunta del presidente, lo supe de inmediato, no tenía que ver con alguna incomodidad que generara mi presencia, sino de una genuina preocupación por mi salud, pues llevo casi 12 años con un trasplante renal que mantengo a base de inmunosupresores.
“Me preocupa mucho que estés aquí. Yo te quiero mucho y no me gusta que te expongas”. Apostilló en cuanto le dije que iba acompañando a mi papá a cubrir la nota. Luego de expresarle mi reconocimiento por el esfuerzo mental y el desgaste emocional –del que poco o nada se habla en redes sociales–, Carlos me explicó todo el proceso dificilísimo por el que una persona con la responsabilidad que como él, tienen.
Desde el momento en que un familiar detecta que es portador de COVID-19, la solicitud de apoyo para afrontar la emergencia, el traslado o los medicamentos, el sustento para el hogar, y en los casos más dolorosos, el acompañamiento en el duelo y los gastos funerarios que la mayoría de las veces no pueden absorver los dolientes.
Todo eso, y muchísimo más, es lo que el presidente de Jala ha estado atendiendo con todo su equipo de trabajo. Es en tales circunstancias en cómo operan los gobernantes. Sus decisiones se dan ante un estado de necesidad que casi nunca merecen el análisis cuidadoso que, por ejemplo, tiene un ciudadano instruído y dedicado a ello: a asesorar.
Al final son muchos de éstos personajes influyentes y cercanos al operador, quienes terminan imponiendo sus criterios… Yo no veo malicia en nadie en el caso de Jala. No la veo en Carlos, quien con papeles en mano, le llevaba ayer un compendio al gobernador de todas las acciones que se han llevado en este municipio para contener los brotes por el COVID. No la veo en el gobernador, quien atendió la solicitud de algunos profesores que rogaron su intervención. No la veo en el delegado de Jomulco, Salvador Fregoso, quien elocuentemente reconoció el trabajo hecho por el primer munícipe. Y tampoco veo mala fe en los profesores que produjeron el vídeo.
El problema, como casi todos los que hay en cualquier parte de este mundo, tiene que ver con LA COMUNICACIÓN. Por inspiración divina el Rey Salomón escribió: “Hay un tiempo para hablar, y otro para quedarse callado”. (Eclesiastés 3:7).
Si el gobernador no hubiese anticipado su llegada a Jala antes de venir, no lo hubiesen interpelado. Quizás no nos hubiéramos aglomerado tantos medios de comunicación en la entrada al pueblo, el presidente hubiese podido hablar como era lo debido, y el diálogo hubiera transcurrido en los mejores términos.
Si el maestro Iker Rodríguez Cibrián hubiera procurado a Carlos para exponerle su planteamiento de establecer una cuarentena en el pueblo, o si Carlos hubiera tenido un buen acercamiento con los líderes magisteriales, encontarían que hay más coincidencias que divergencias.
Una cosa: ayer el ex dirigente de la Sección XX del SNTE en Nayarit, Toño Carrillo, publicó un mensaje en su cuenta de Facebook en dónde se deslindó de las decisiones tomadas por el gobernador y de las diversas propuestas que han surgido para combatir la epidemia. Pero en ningún momento negó que tuviese aspiraciones políticas para dirigir la comuna. ¡Y está bien! Todos tienen ese derecho. El proponer alternativas no los desacredita. Aún en los peores momentos de la historia, los líderes, los interesados en los problemas sociales, en los asuntos de la polis (ciudad-deriv. Política), se han subido a la palestra. Son ellos quienes tienen tiempo para reflexionar mejor.
Empero, parece que ya no hay tiempos para los acuerdos. La malas interpretaciones abundan. Las conjeturas nos ganan. Los agravios perduran en la memoria. Y en toda la vorágine el individualismo nos gana.
¿Qué hacer para atender a 10,400 habitantes que quedaron atrapados en en Jala y Jomulco por la cuarentena? ¿Cómo conscientizar a aquellos que aún se resisten a creer en la gravedad de este problema mundial, aquellos que ponen en duda las muertes por COVID-19 o que creen que fue una hipertensión o una diabetes la causa de estas defunciones?
“Así como el hierro afila el hierro, un nombre hace mejor a otro” dice la Biblia en Proverbios 27:17. Siempre le he apostado al diálogo en este tipo de temas complejos. Pues ni los incrédulos son tan imprudentes que no tomen ciertas precauciones; ni los escrupulosos nos apegamos a las estrictas recomendaciones para evitar los contagios.
Estoy seguro que en un mes Jala estará de pie de nueva cuenta. Con experiencia y la solidaridad que en estos casos aflora entre los vecinos. No espero ni deseo otra cosa. Lo siento por los otros municipios colindantes que han bajado la guardia.
UN ENTREMÉS DEL PRÓXIMO ARTÍCULO:
Una autoridad de salud me confió que en Jala el registro de casos está subestimado. Las cifras está por abajo de las que presentan el gobierno del estado.
Discussion about this post