Algunos activistas pensaron que la ola de inconformidad social por el alza en el precio de las gasolinas iba a estallar como el polvorín de Tultepec, en medio de los depósitos de combustible de Pemex.
Convocaron a gritar consignas a los usuarios de las redes sociales en las gasolineras, en las plazas públicas, como si fuesen espectadores del programa de la “Señorita Laura”, salvo que en éste último caso, les pagan por participar.
Mucho rating tuvieron en Facebook, pero poco eco a la hora de la participación directa, activa y presente. Las nuevas generaciones están acostumbradas a ser espectadoras en el mundo real; y muy interactivas en el virtual.
En los asuntos de política, lo único que realmente afecta a quienes ostentan el poder son los votos en las elecciones. Y esa factura se cobrará hasta el 2018 a nivel nacional. Antes los partidos de oposición en Nayarit intentarán paliar el descontento derrotando al PRI, no como el Judas o el Victoriano Huerta de los nuevos tiempos, sino como asidero para intercambiar de opresor. Pues para nadie es desconocido que el PAN fue el principal impulsor de la Reforma Energética en el gobierno de Felipe Calderón; y que el PAN y el PRD en su mayoría aprobaron el aumento del IEPS que derivó en el aumento de la gasolina y sus implicaciones.
Aún si el precio de la gasolina y el diésel disminuyeran, los salarios quedarían intactos, la canasta básica y otros productos como el pan, la leche, el huevo y la tortilla se venderían al mismo precio. ¿O a poco creen que los empresarios de estos sectores se amoldarían a los designios del gobierno? El daño ya está hecho.
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