Francisco Javier Nieves Aguilar
Aquella ocasión, luego de haber regresado de un “paseo” que mis amigos y yo hicimos por el rumbo de “Las Vigas”, y después de haber degustado las sabrosas guayabas que en aquel entonces se producían, me dirigí a la esquina de María Espinosa, la tendera aquella que vivía en el Barrio de la Presa, en Ahuacatlán.
Ahí solíamos reunirnos los chiquillos de las calles Morelos y Abasolo, a jugar, cantar, o simplemente a contar chistes y cuentos. No se me olvida. Esa vez recibí una lección que jamás podría borrar de mi memoria.
Resulta que uno de ellos tomó un billete de 100 pesos, de aquellos de color morado que se usaban entonces. Chicho, el nombre de ese muchacho, preguntó entonces quien tenia una moneda de a 10 pesos. Yo levanté la mano y de inmediato me ofreció cambiármelo. Yo le daría la moneda de a 10 pesos y él me entregaría el billete de a 100.
Pensé que Chicho se había vuelto loco, ¡Mira que cambiar un billete de a 100 pesos por una moneda de a 10! Pero, ¿Qué creen?; al revisar detenidamente el billete comprobé que este era totalmente falso. Por el reverso aparecía una leyenda con la publicidad de un restaurante.
Chicho preguntó entonces:
— ¿Cuánto dinero tengo yo?–. Todos contestaron:
— ¡10 pesos!
— ¿Y cuanto tiene Nieves?
— ¡Nada!
Todos nosotros tenemos muchos tesoros preciosos que pueden ser nuestra vida, juventud, familia, amigos o trabajo por mencionar un par. Y muchas veces la menospreciamos y cambiamos por cosas que nos llaman la atención y creemos estar ganando mucho. De esta forma, el enemigo nos muestra cosas que no son mas que “billetes fasos” y al final nos quedamos sin nada.
No cambies tus tesoros por cosas vanas y sin sentido, valora en cambio lo que tienes y agradece a Dios por ello, encontraras el secreto de la verdadera felicidad.
Recuerda que rico no es aquel que tiene mas, sino quien menos necesita para ser feliz.























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