“Ya tenemos muchos con los que están chingando aquí. Por qué no se regresan de dónde vinieron”. Esas fueron las palabras que le dijeron a Jorge Eliezer Rodríguez Martínez cuando fue detenido junto a otros amigos por parte de 5 agentes policíacos de Guadalajara, cuando el fin de semana pasado cruzaban por la capital jalisciense.
Los policías iban en una patrulla negra – dice Jorge, de 24 años –, y además de los agravios verbales, a él y los otros migrantes les quitaron sus pertenencias, y algunas monedas que habían acumulado de la gente que los había socorrido desde que salieron de Honduras en busca de un mejor porvenir en los Estados Unidos de América.
Sin embargo, eso no fue todo. Después de salir de Guadalajara el lunes 6 de marzo a eso de las 3:30 de la mañana en el tren con número de máquina 4023, el grupo de hondureños sufrió un ataque más al pasar por Ahuacatlán, a la altura de la Refaccionaria Romero.
El sol estaba al descubierto. Eran las 10:00 de la mañana cuando, dice Jorge, unos hombres con uniforme en color azul oscuro y con el emblema de Policía Federal, gorra y el rostro medio cubierto, los amenazaron con matarlos si no saltaban del tren. De acuerdo a su declaración, de la cual El Regional fue testigo el 9 de marzo pasado, estos presuntos agentes de seguridad les dispararon desde la parte alta del tren, al tiempo que les decían que, “o saltaban, o de todas maneras morirían dentro de los vagones dónde iban”.
“Todos saltamos”, indicó Jorge, quien se lanzó de lado que da hacia la carretera internacional, pero de ahí en adelante ya no supo nada de sus compañeros, incluyendo a un hermano menor de nombre Arles Emilio Sevilla Rodríguez de 18 años. Él quedó con varias heridas: una fuerte contusión en la cabeza dónde recibió 5 puntadas, abrasiones, una herida en la nalga de 5 centímetros y en la mano, que sufrió una descompostura. Empero, lo más difícil para Jorge desde entonces ha sido comer, pues quedó con los dientes quebrados.

En entrevista exclusiva para este portal de noticias, Jorge indica que partieron de Honduras el 27 de enero del año en curso. Él emprendió la travesía, con todo y lo que ello implica, desde San Pedro Sula Cortés. Aunque refiere que nació en San Esteban de Olancho. Su madre murió en 2014, y a su padre dice que tiene casi una década sin verlo. Tiene 13 hermanos; 10 de ellos son mujeres y tres hombres. El menor, es Arles, quien sigue desaparecido y quien de acuerdo a las autoridades ya se está buscando en varias partes del estado y la república.
- ¿Hacia dónde te dirigías?, le pregunto.
- Iba a Caborca Sonora para cruzar a Estados Unidos.
- ¿Ya tenían una vía o pensabas llegar y contactar a alguien para que los guiara?
- La intención era ponerme una mochila y ya estando allí ver cómo hacerle para pasar.
- ¿Sea el desierto, el río o lo que haya que hacer, te ibas a atrever a internarte?
- Lo que hubiera que hacer. Porque no podíamos pagar un coyote. Todos los que pasan lo hacen de mochilear.
- ¿Y ahora qué piensas hacer?
- Ya no quiero seguir. Me da miedo. Quiero conseguir un trabajo o que me den algo para regresar a mi país, aunque lo más seguro es que me maten. Allá te sacan de dónde vives las pandillas y si no te les unes es lo que ocurre.
- ¿Tienes tatuajes?
- Sí tengo uno en el hombro izquierdo de la Santa Muerte.
- ¿Alguna otra señala o identificación física que tengas, como un lunar o cicatriz?
- No
Fue el jueves cuando tuvimos esta entrevista con Jorge Rodríguez después que puso la denuncia penal ante el Ministerio Público. Lo acompañaron dos integrantes del Albergue de Obsidiana. Quienes desde un principio lo acogieron y le brindaron auxilio, asesoría legal y apoyo moral.
Con el objetivo de salvaguardar la seguridad personal de Jorge pensábamos no publicar su fotografía, pero la visitadora regional de los Derechos Humanos hizo pública su foto y dio los detalles que nosotros pensábamos reservar. Además, hay que recordar que la situación migratoria de Jorge contraviene las leyes de inmigración; por lo que corre el riesgo de ser deportado.
Por otra parte, es innegable lo que nosotros mismos le dijimos a Jorge y a Rigoberto Guzmán Arce, quienes coincidimos que es una actitud hipócrita del gobierno federal asumir la defensa de nuestros paisanos indocumentados cuando nosotros les damos un trato peor a los centroamericanos que a diario se internan al país y van de paso hacia los Estados Unidos. Muchos de ellos huyendo de crímenes que cometieron, otros simplemente en busca de un mejor porvenir.
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