Es la vida más intensa, llena de poesía registrada en la historia universal. Fidel Castro cumple 90 años este 13 de agosto.
Hay Fidel para siempre. Es el gran líder. Es el gran maestro.
Nos enseñó a luchar en verdad. Lo que es la política, el trabajo de Estado y el amor al pueblo.
El socialismo está vivo por Fidel. Sentó los cimientos y muros de lo que está en franca construcción, tal cual es, la sociedad que desaparecerá las clases y elevará al hombre hasta las infinitas alturas, rompiendo las cadenas de lo que lo empequeñece.
Un diminuto punto, parte del inmenso globo, la isla de Cuba, es dónde arranca el hermoso ejemplo moldeado por las manos y el gigantesco corazón de Fidel.
Todos tuvieron escuela al arrancar la Revolución. Todos tienen escuela, hasta llegar a la meta (como alguna vez lo dijera con desplante poético el comandante) haciendo doctorado. La salud es un derecho de todos en esta geografía del Caribe, aplaudida por los organismos internacionales y la humanidad entera.
La combinación de las diversísimas formas de combate ideológico – político, es la gran enseñanza del comandante de América, como lo bautizó Allende, aunque, nosotros hemos dicho, que el presidente chileno se quedó corto.
La guerra armada, la diplomacia, el voto como forma de lucha de masas, la conspiración (revolucionaria por supuesto), el diálogo, la negociación, la defensa de los principios, el alejamiento tanto de sectarismo como del oportunismo, la franqueza, el ver de frente a los ojos, no tener miedo ante el enemigo más poderoso a 80 millas de la mayor de las Antillas, mostrar el optimismo aun en los escenarios más adversos, todo esto y más, es lo que nos deja este hombre que cumple 90 años de edad, llegando a ellos con lucidez y dando luces a todos los pueblos de la tierra, sin descansar un solo instante a lo largo de estas nueve brillantes décadas.
La paz y contra la guerra, han sido, son y serán la religión de Fidel y el fidelismo. Creyente de la ciencia, estudia todos los días ciencia, pero al mismo tiempo defendiendo el derecho de los demás a creer en dios y en lo sobrenatural, como uno de los elementales derechos de los 12 millones de cubanos y los 7 mil millones de hombres y mujeres que poblamos los cinco continentes.
Fidel Castro es un orgullo para el mundo. En particular para quienes trabajamos como obreros de la Revolución, esa Revolución que labramos todos los días, que gozamos, que disfrutamos, que soñamos, que nos da los mayores y mejores placeres, porque no hay oro en el mundo que la compre, porque la Revolución ni se vende ni se rinde y nadie puede adquirirla a través de todos los dólares del mundo, así sea Slim, Rockefeller o Gates.
La Revolución nos la enseñó Fidel. Él se nutrió de Hidalgo, Morelos, Villa, Flores Magón, Martí y Maceo para cultivarnos, para hacernos cultos, a partir de ser revolucionarios, siguiendo fielmente la lección del apóstol, cuando señaló y lanzó la consigna que la libertad del hombre se logra solamente con la cultura. Por eso, Cuba es el pueblo más culto de la tierra, virtud a que es el pueblo más libre de la tierra.
Fidel nos enseña a no desesperarnos, a ser pacientes, sin aflojar el paso. Los cambios radicales y profundos llegan, inexorablemente llegarán, al África negra, al continente asiático, a toda Europa, a América Latina y América del Norte y, por supuesto, a nuestra hermosa capital, Tepic, a Jala, Ruiz y Huajicori, a todos lados, a todos los rincones de nuestra amada y entrañable república mexicana.
Esto nadie lo detiene ni lo frena. La Revolución de Fidel avanza en México. La Revolución de Fidel avanza en Nayarit. La moral que romperá cadenas y ataduras, está por llegar, gracias a ese hombre que, siguiendo fielmente a Marx, llegó a los 90, que se llama Fidel Castro, Comandante en Jefe de la humanidad entera. El más grande. Sin duda.
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