TUXPAN.
Todo parecía normal, como un día cualquiera en la zona norte. Principalmente en Tuxpan. Se había pronosticado que “Pamela” subía de tormenta tropical a categoría 1 y que los efectos pegarían en el norte de Sinaloa sin ningún peligro para Nayarit, sólo lluvias aisladas a moderadas. Tan es así que un día antes, el 12 de octubre en Tuxpan, se celebró con bombo y platillo el Día del Ejido. Hubo bebidas, birria, baile y un jolgorio a lo largo y ancho del ejido más grande de todo México en cuanto extensión territorial.
¿Quién podía imaginar lo que iba a pasar en esos momentos? ABSOLUTAMENTE NADIE.
Pocos, o casi nadie, exploraron la información del doctor Mario Alberto Ortíz Jiménez, quien es un estudioso de los riesgos ambientales, además de su experiencia en las áreas de la estadística, simulación y moderación ambiental y análisis de riesgos. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, en dónde con el tiempo predijo científica y técnicamente lo que el pronosticaba y que hoy lamentablemente lo estamos viviendo: UN DESASTRE TOTAL EN LA ZONA NORTE DE NAYARIT.
También nos informaba cada media hora el Centro de Información Hidrometeoro Lógica del Pacífico, cómo iba a comportándose el monitoreo del Río San Pedro, en comparación con los niveles del huracán “Nora” en el 2021 y el “Willa” en el 2018.
A mediodía del 13 de octubre prácticamente el río estaba simiesco, como que si estuviera en época de estiaje; tal vez burlándose de las penosas que pasaban por el malecón o estaban paradas admirando el paisaje de ese día soleado.
La gente decía: “nos salvamos de ésta. Ahora le toca a Tecuala y Acaponeta”. Ese era el sentir de la población en aquellos momentos. Sin embargo, bastaron unas horas para que todo cambiara, como si fuera una jugada del destino.
A las 5:00 de la tarde ya había compras de pánico. Las gasolineras repletas de carros y motos no se daban abasto. Los comerciantes empezaron a subir sus productos a vitrinas o techos, y en algunos casos retocaban las campanas de las iglesias de todo Tuxpan, como el llamado al grito de guerra del Curo Miguel Hidalgo. Pero en esta ocasión eran señales de alerta ante la situación que se venía. Los servicios de emergencia empezaron a llegar de todos lados: ambulancias, policías estatales, Guardia Nacional, que comenzaron a evacuar a las personas de las zonas más bajas de la ciudad coquera.
Caída la noche, pero a diferencia de otros años, el cielo estaba despejado completamente. Estrellado. La luna a plomo aluzando a este pueblo del norte de Nayarit. Para esa hora ya había una intensa movilización. Aún así había gente en las casas, en las calles, paseando, como incrédula, que no iba a pasar nada, porque todo se veía normal.
Eran las 7:00 de la noche cuando se empezó a ver el crecimiento del río en cuestión de minutos. En esos momentos todavía había esperanza que no se desbordara, o, a lo más, que pudiera llegar era a su paso por el tradicional vado que une al tramo de la carretera estatal crucero de Coamiles con Tuxpan.
Sin embargo, el caudal del río empezó a brincar por el Aldo de la aviación, en las zonas más bajas de Tuxpan. Poco a poco empezó a afectar a esas colonias y de ahí se pasó al antiguo hospital de salubridad, y, de ese momento en adelante, por todos lados el agua corrió por las calles. Se escuchaban gritos que decían:
- “¡Corran! ¡Sálvense! ¡Ahí viene el río!”.
Otros a lo lejos decían:
- “¡Dios nos cuide!”.
Y ahí empezó a perderse la comunicación en varios lugares. Fueron prácticamente 5 ó 6 horas que los niveles del Río fueron ascendentes. Cuentan que en algunas casas llegó hasta los 3 metros, casi tapándolas. ¡Imagínense ustedes atrapados ante tal magnitud!
Quién sabe cuántas personas desaparecidas hay. Cuántos animales muertos. A cuánto ascienden los daños materiales. Qué fue de aquello comercios que con mucho sacrificio salieron adelante. Lo que es una realidad es que esta situación es la peor en toda la historia de Tuxpan, y que quedará marcada en la mente y corazones de muchos nayaritas.
TJML
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