LA CIÉNEGA. – En un domingo fresco y sereno, los habitantes de la comunidad de La Ciénega se olvidaron por unas horas de los hechos violentos de la capital nayarita para sumarse y regocijarse con una de las tradiciones más hermosas del poblado como es su fiesta patronal, en honor a San Martín de Porres.
En camionetas pick up o de redilas, autos sedán; a pie o a caballo, en moto o en bicicleta. El medio fue lo de menos. Lo más importante era sumirse a la fiesta a como diera lugar. Sentarse en la banqueta o en las piedras lisas, ahí frente al pequeño templo, disfrutando de un tejuino o raspado de frutas naturales, o saboreando también los deliciosos antojitos preparados bajo los secretos de nuestros ancestros.
No fue un día cualquiera para los habitantes de este singular rinconcito de los Hernández y de los Flores, de los Durán y de algunas otras familias. Fue día de fiesta, de jaripeo, de baile, de pachanga y de muchas otras cosas más. Domingo 05 de noviembre, la fecha más importante para los cienegueños.
Cientos de personas fueron las que acudieron este día al apacible pueblecillo que se encuentra enclavado en la geografía de Ahuacatlán, donde la naturaleza se extiende como un abanico en medio de su cielo azul y el canto de sus aves.
Desde Méxpan y de Zoatlán lo mismo que de Ixtlán y de Ahuacatlán se desplazaron hasta este lugar para participar de la algarabía de su fiesta.
Por la tarde tuvo lugar el tradicional jaripeo, en el “corral de toros”, con perchas y jinetes de renombre. La espumante cerveza no podía faltar. Habría que echarse unos cuantos traguitos para mitigar el calor y para “bajar” también la comida popular que se distribuyó entre todos los visitantes…
… Son sus fiestas. Fiestas tradicionales; día de “pachanga”, de “cotorreo”, de diversión y esparcimiento. Fiestas al más puro estilo campirano.
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