El conductor del Renault no tuvo otro remedio más que detener su marcha. Se veía un poco asustado. Abrió la ventanilla y puso en manos de Gabriel un billete de 20 pesos; “Gracias por ayudarnos. Estamos celebrando el Día del Estudiante”, le dijo “La Zorra” – como mejor le conocíamos a nuestro dirigente –.
Esta escena se reprodujo durante casi tres horas. Los que cursábamos en ese entonces la Prepa 08 nos habíamos concentrado en el crucero de la carretera Internacional; esto es con el propósito de recabar recursos para el festejo del Día del Estudiante.
Los líderes estudiantiles nos habían provisto previamente de globos y baldes de agua: “Si se detiene, bueno; si no, ¡Todos al ataque!”. Esa era la consigna.
Al pasar por el crucero, los automovilistas que ese día circulaban por la carretera Internacional eran conminados a detener su marcha de acuerdo a las señas de nuestros dirigentes. Luego se les solicitaba “amablemente” una coperacha; pero si alguno de ellos se resistía, entonces corría el riesgo de ser atacado por los estudiantes. Al final lográbamos reunir una muy buena cantidad de dinero que luego serviría para contratar un conjunto musical. “La Tierra”, “El Apocalipsis” y “A-4.5”, eran nuestros favoritos.
La celebración del Día del Estudiante, en aquellos tiempos era más pasiva que como se festeja hoy. El Jardín Prisciliano Sánchez y el Parque Morelos, en Ahuacatlán, se atiborraba de estudiantes. La mayoría corría de un lado a otro. Unos asustados, otros divertidos. Hombres y mujeres. A veces se formaban pequeños grupos, de a 10, de a 15 o más jóvenes.
La celebración en realidad empezaba desde en la víspera, aunque no con la agresividad con la que se festeja actualmente. Los timoratos preferían quedarse en casa, aunque a veces corrían a la esquina para ver a quien o a quienes bañaban. Claro, cuidando de no ser vistos por los demás.
Recuerdo muy bien al Pichi y a Felipe González, compañeros de secundaria. Siempre eran ellos los que iniciaban las hostilidades bañando a cuanto estudiante se les atravesaba por enfrente. Vicente Salva y Juan Maldonado no se quedaban atrás, mientras que Toño Machaín y Rodolfo Machuca podían escabullirse con facilidad.
En la prepa, Memo Torres y “La Zorra” eran “los que hacían punta” cada 23 de mayo. Los secundaban Alfredo Ibarra y Juan Reynoso, seguidos de Alberto Hernández y Tarsicio Zavalza. Waldo y José Bernal eran también de los más incisivos, mientras que Miguel Durán y José Arciniega preferían la discreción.
Por la mañana todos nos bañábamos unos a otros arrojándonos globos y cubetas de agua. Al mediodía iniciaba la recolección de dinero; y ya por la noche se organizaba un baile con alguno de los grupos al principio mencionados.
Ahora las cosas han cambiado mucho. Los jóvenes prefieren “volar” en lujosas camionetas arrojando no solo agua, sino lodo, huevos podridos, agua de pescado y quién sabe cuántas cosas más.
Lo importante es armar relajo; pero son muy pocos los que los que saben del origen de ésta fecha, ni por qué fue instituido. De cualquier forma va nuestras más sinceras felicitaciones a todos los estudiantes de secundaria, de bachillerato y del nivel superior, de aquí, de allá y de más allá, hoy que se festeja el Día del Estudiante.
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