Vivimos un momento especial en Nayarit. Histórico, diríamos. Crucial. Es una responsabilidad, para quienes trabajamos a favor del presente y el porvenir de nuestro querido estado, soportados en su rica y hermosa historia.
Para gobernar primero debemos ganar el aparato del Estado. Están ya los tiempos programados. No hay día después. La fecha decisiva es el primer domingo de junio del presente año. La carrera arrancó. Los carriles son pacíficos, por la vía electoral, igual que en Ecuador y en toda la América Latina, cuya geografía, se transforma por este camino de manera impresionante. Para ejemplos, un botón basta: allí está Bolivia, con su Evo al frente, el inmaculado Evo, el estadista mejor calificado, a nivel mundial.
Están los partidos, las alianzas, los independientes, con sus precandidatos. Todos transitan por las veredas de Nayarit buscando simpatías a sus respectivos proyectos. Se percibe que la contienda ya se polariza y se polarizará más, aunque un participante se queda y se queda, muy, muy atrás, y, el de adelante, avanza, crece y crece, “va sin vara”, como se dice en las carreras de caballos. Es comprensible. El destacamento gobernante ha lastimado mucho, a pobres y ricos, a chicos y grandes, a mujeres y a hombres.
El sentir generalizado de la población nayaritense, es que el PRI ya no debe seguir, por su equivocada política al frente del poder público, que impacta tanto a los privados, como a la economía social, en manos del sector formal del mismo nombre. La gente está harta del tricolor. Ya no quiere más de lo mismo. Aquí no entra aquello de que más vale malo por conocido que bueno por conocer. El pueblo quiere cambio, a como dé lugar y a toda costa, pero, no la salida de quítate tú para ponerme yo, sino, para cambiar de rumbo en la economía y en la política, transformación en el desarrollo histórico, pues.
Es muy evidente ya – y está muy en claro – que la única fuerza que derrotará al pintado de verde blanco y colorado, es la Alianza conformada por PRD-PT-PAN-PRS, ello, causa a que en dicho proyecto, está la fórmula exacta, que es sumar para multiplicar fuerza popular y de masas.
Para ganar la elección, se necesita sumar organizaciones políticas, sociales y populares, igual que personajes en lo individual. Tal estrategia, la siguió y la sigue, puntualmente y sin “jerrar” pisada, la Alianza que se comenta. Ninguna otra expresión reúne tal receta, por más que le busquen. Las cosas están muy claras, muy definidas, a dos meses y medio de llevarse a cabo el evento que indubitablemente dejará huella.
Vencer en la contienda, coloca al triunfador, obviamente, en la ruta de gobernar, que es más difícil y complicado que ganar. Para llevar las riendas del aparato estatal, y hacerlo con eficiencia y eficacia, se necesita también, con mayor acento que en la jornada precedente, la fórmula de sumar para multiplicar fuerza social y de masas. Es decir, para gobernar bien, se necesita una gran fuerza de masas organizada y movilizada, a diario. En Nayarit es millón y medio, mientras que en el país 120 millones de personas a las que hay que gobernar. En este asunto, se debe partir siempre, del número que se va a dirigir, lo cual, no es simple ni sencillo. De allí, que el tema de las alianzas, debe estar vigente a cada paso, es decir, tanto en el período de la disputa, cuanto con mayor acento en la fase de ejercer la administración pública. Las alianzas en el gobierno, vinculan a la clase dirigente con la población entera, evidentemente. Son la bisagra.
Un gobierno sin alianzas, es autoritarismo puro y a secas, y, tal cuadro, te lleva a cometer error tras error y a enterrarte en el insalvable y asfixiante fango de la corrupción, cuyo escenario, es mortal.
En nuestro estado, la única fuerza que concentra dotes de suma y multiplicación, es la Alianza de los cuatro partidos, por eso, ya está en el ánimo de los electores, liderando las preferencias ciudadanas, mismas que, de acuerdo a nuestros cálculos, en lugar de bajar, suben y aumentarán más y más y más, pudiendo llegar, el día de los comicios, a porcentajes insospechados, mismos que, serán, por demás y, en verdad, históricos.
El Programa de Gobierno está íntimamente vinculado a la estructura popular y de masas, que cada contendiente construya y logre formar.
En este caso, la Plataforma Programática de la Alianza es la más progresista y avanzada de todas las que contienden, como, también, ésta, la coalición nayarita PRD-PT-PAN-PRS, posee la base estructural que ninguno ni nadie la tiene, basada, precisamente, en la fórmula de sumar para multiplicar fuerza popular y de masas. La que se le acerca, es la estructura priista, sólo que ésta, se ubica ya en la decrepitud de su existencia, muy desgastada y ahogada en la corrupción, siendo su gran debilidad, ante lo emergente, portentoso, fresca y juvenil figura, que lleva como abanderado principal, al cuarentiañero empresario Antonio Echevarría García.
Tampoco se trata de echar las campanas al vuelo, ni embriagarse de triunfalismos que al final te derrotan. Poner los pies muy firmes en la tierra. Partir de la realidad política particular concreta, para dar los pasos muy en firme y seguros.
Nayarit tiene que cambiar de rumbo. Es un asunto de colectivos, no de personalismos ni egolatrías. Una batalla política pacifica, es igual que la guerra militar, la gana quién acierte en el diseño de la estrategia y la cumpla cabalmente.
Están las condiciones dadas. El grupo gobernante se encuentra ya en las últimas. No es para menospreciarlo o subestimarlo. Sigue pataleando. Uno de sus golpes nos puede echar al suelo. En la Alianza Juntos Por Ti estamos preparados, pero, nada distraídos, tomando muy en cuenta la sabiduría popular cuando expresa que la confianza mata al hombre.
Tenemos muy presente que, tanto para ganar la elección, como para gobernar Nayarit, se necesita sumar para multiplicar fuerza popular y de masas. Para hacer un buen gobierno y dejar rastro histórico, una condición es tener pueblo organizado y movilizado, permanentemente, para lo cual, hay que estar sumando y multiplicando multitudes, esto es, dicho de otro modo, no se puede gobernar sin alianzas con todos los sectores productivos que conforman la sociedad, sea ésta nayaritense o nacional.
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