Sorprendido, el joven estudiante me miró con desconfianza; pero amablemente accedió. Tomó la cámara y la accionó cumpliendo así mi petición. Los demás voltearon hacia mí. “Este individuo ha de estar loquito”, supongo que han de haber dicho, entre ellos el director de la Unidad Académica de Turismo.
Para despejar su turbación tuve que confesarles la causa por la que quise que se me retratara ahí, justamente en las escaleras que conducen a la segunda planta. “Soy egresado de esta escuela, hace ya casi 34 años. En mis tiempos de estudiante solía sentarme aquí en los escalones y quise recordar aquellos tiempos”, les dije.
Luego les comenté que el director, cuando ingresé a esta institución, era el licenciado Jacinto Palacios… “Uh, ¡Pues ya hace un buen!”, anotó el actual director, para luego invitarme a una reunión de egresados.
Para entonces yo ya había realizado un recorrido por patios y pasillos de la Ciudad de la Cultura, empezando por la torre de Rectoría, el sempiterno edificio al que muchas veces recurrí para realizar algún trámite… como aquella ocasión en que nos entrevistamos con el recién nombrado Rector de la Universidad, Petronilo Díaz Ponce.
Corría el año de 1977 y yo me sumé a una comisión que se formó en la Casa del Estudiante a fin de conocer la postura del rector, quien a partir de entonces se negó a seguir apoyando a los estudiantes que nos acogíamos en el referido recinto, todos provenientes de los distintos municipios de la entidad.
Petronilo Díaz usaba un bastón, y un joven estudiante oriundo de Compostela aseguraba que el rector era un personaje sanguinario y que el mango del citado báculo no era sino la cacha de una pistola calibre 45.
Adentrarme por avenidas, prados y pasillos de la Ciudad de la Cultura, me produjo una nostalgia indescriptible. En aquellos tiempos no eran tantos edificios y los vehículos que circulaban eran contados, pero predominaban los “Bochos”, los Renault y los Datsun.
Recorrí todas las Unidades Académicas, empezando por la de Enfermería, Odontología, Derecho, Contaduría, Turismo, Economía…. y en fin. Conocí el edificio Complex. Intenté contactarme con mi ex compañero Francisco Rivas Gómez, catedrático de la Unidad Académica de Economía. No tuve éxito.
Me hubiera gustado ver el caminito aquel que utilizaba para desplazarme de la universidad hacia la Casa del Estudiante, ahí, “pegadito” al Mesón de los Deportes.
¿Y la tienda de don Raúl?, ¿Qué pasaría?… El changarro estaba ubicado justamente en una equina. Enfrente estaba el famoso “Óvalo”, donde jugábamos la cascarita.
Concluí el recorrido por la Ciudad de la Cultura plantándome unos momentos al pie de la efigie del insigne Poeta Nayarita Amado Nervo. De ahí di la media vuelta y me encaminé hacia la vieja Explorer que había dejado estacionada sobre la avenida de la Cultura.
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