JALA.- Un mar de gentes fue la que el pasado Viernes Santos presenció La Judea que año tras año se escenifica en este Pueblo Mágico de Jala, con la participación de poco más de 100 actores.
Calor infernal durante la mañana. Por la tarde y noche el clima fue benévolo. Fue un día trágico. Jesús murió ante la presencia de ancianos, niños de brazos, hombres y mujeres que acudieron a la representación de la Judea
Por la mañana, los judíos, en la explanada de la presidencia municipal, escenificaron la aprehensión de “El Señor” ante el temor de muchos, la algarabía de otros y la indiferencia de unos cuantos.
Entre tapancos que simulaban edificaciones romanas, hombres robustos y de estatura baja que hacían las veces de guardias y niñas inocentes y delicadas que sufrían por el rictus de dolor de Jesús, así se inició el recorrido, mientras que el Judía Errante recorría las calles del pueblo, sin parar.
La mayoría de las escenas, sin embargo, se escenificaron en el exterior de La Basílica, pero el recorrido con la cruz se hizo por la calle Morelos hasta llegar de nuevo al templo, en donde ya se tenía todo listo para la representación de la crucifixión.
Muchos siguieron la ruta de la “Vía Dolorosa”, aunque otros prefirieron apartar un buen lugar para la escena de la crucifixión que se realizó en un templete.
En el lugar se podían ver muestras de devoción, sobre todo por parte de las mujeres de más edad, algunas llegando a derramar una lágrima. Por otra parte, estaba la curiosidad de los niños, quienes al ver la representación del mal y la muerte se asustaban y soltaban el llanto.
Las fritangas, bolis, raspados y aguas frescas, junto con la cerveza no podían faltar en esta actividad que forma parte de una arraigada tradición en México, país en el que se realiza una de las representaciones del viacrucis de mayor trascendencia en el mundo.
Para poder escenificar la pasión y muerte de Cristo fueron necesarias varias semanas de preparación de más de 100 personas entre actores principales, secundarios y encargados de la logística.
Fernando Góngora soportó los azotes de unos hombres que vestían capas y efectos dorados, propios de la guardia romana y los cuales gritaban: “¿Eres el hijo de Dios?, ¿Eres el hijo de Dios?, ¡Sálvate, a ver si eres hijo de Dios!”.
“Perdónalos Señor, no saben lo que hacen”, dijo Fernando con endeble voz, antes de doblarse. En ese instante el silencio de la gente provocó un halo de vacilación e inquietud. El Escuadrón hizo su aparición. Fueron momentos larguísimos, pues, trepado en la Cruz, el cuerpo de este joven correoso se desvaneció, concluyendo así una representación más de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.
El presidente municipal, Mario Villarreal, en entrevista para este medio agradeció a todos los actores, pero también resaltó el apoyo del gobierno del estado y de la Secretaría de Turismo.
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