Mario no podía conciliar el sueño. La noche se le hacía eterna. Daba vueltas y vueltas en su cama, sin embargo sus ojos no podían cerrarse, las preocupaciones lo atormentaban.
- ¿Qué te pasa? – preguntó su mujer – ¿Por qué no te duermes?
Mario le confesó que no tenía los dos mil pesos que le debía a su vecino Jacinto, lo cual le preocupaba tanto que le impedía dormir.
Su mujer se levantó, se echó encima una bata, salió a la calle y se puso a llamar a gritos a su vecino Jacinto, hasta que este se asomó a la ventana, frotándose los ojos de sueño y preguntó:
- ¿Quién me llama? ¿Qué ocurre?
La mujer le contestó:
- ¡Sólo quiero que sepas que no vas a cobrar mañana tus dos mil pesos porque mi marido no las tiene!
Tan pronto terminó de hablar, la mujer regresó a su casa y le dijo a su marido:
- Duérmete, Mario. Ahora que se preocupe Jacinto.
Ría, perdone, relájese, pida ayuda, haga un favor, exprese lo suyo, vaya a caminar, rompa un hábito, salga a correr, pinte un cuadro.
Sonría a todos, permítase brillar. Mire fotos viejas, lea un buen libro, cante en la regadera, escuche a un amigo. Acepte un cumplido, muestre su felicidad. Vaya a la graduación de su hijo o de su hija; ¿quiere ir a la iglesia?, ¡Pues vaya!, no se preocupe por lavar.
Escriba en su diario, Termine un proyecto, ayude a un anciano, cumpla sus promesas. Sea un niño otra vez; escuche a la naturaleza, trátese como a un amigo, permítase equivocarse, haga un álbum familiar, dese un baño prolongado.
Por hoy no se preocupe. Deje que alguien lo ayude, mire una flor con atención, pierda un poco de tiempo, apague el televisor y hable. Escuche su música preferida, aprenda algo que siempre deseó.
Llame a sus amigos por teléfono, haga un pequeño cambio en su vida, haga una lista de cosas que hace bien, vaya a la biblioteca y escuche el silencio, cierre los ojos e imagine las olas de la playa, hágale sentirse bienvenido a alguien, dígale a la persona amada cuánto la quiere; dele un nombre a una estrella, sepa que no está solo, piense en lo que tiene.
Hágase un regalo, respire profundo, cultive el amor. Por último, ¡Sonría!
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