IXTLÁN.- Un morral. Mochila al hombro, cachucha o sombrero. Lo más ligero posible para soportar de mejor manera el cansancio. Un bordón, alguna vara… o la clásica “burrita” de madera para sostenerse. Tenis o huaraches. Entre menos carga, mejor. Y allá van, paso a pasito.
Son los peregrinos de Talpa. Hombres y mujeres, jóvenes, adultos y uno que otro niño. El clima esta vez parece ser más benévolo; aunque a veces el frio de la madrugada cala feo.
El entusiasmo es mucho, no obstante el sacrificio. Desplazarse a pie, de acuerdo al buen Nachín – peregrino de hace muchos años – es toda una aventura. Hay que sortear todos los obstáculos que se van interponiendo en el trayecto.
La recompensa a este sufrimiento ocurre al llegar. Con solo mirar a la virgen de Talpa las dolencias cesan. Ese tierno rostro, sus manitas en señal de piedad, su preciosa vestimenta, hace que el cuerpo tiemble de emoción; más aún cuando se ha recibido algún favor.
De Ixtlán partieron tres o cuatro expediciones distintas. Unas lo hicieron el lunes, otras el martes. Habría qué aprovechar al máximo posible las horas de la noche. Es cuando se avanza mejor. Y entre plática y plática se llega en primera instancia a La Barranca del Oro, municipio de Amatlán de Cañas.
Después llegan a Zacatongo, Jalisco, el primer lugar de descanso, donde alcanzan a comer – pues arriban entre las 10 y 11 de la mañana -. Allí mismo cenan para descansar y levantarse a las 2 de la mañana del miércoles para dirigirse rumbo a Jolapilla.
Antes de llegar a este segundo punto hacen un alto en San José de Corrales para desayunar. Luego prosiguen a Jolapilla donde llegan como a eso de las 2 de la tarde. Es decir, caminan por espacio de 12 horas.
Tras descansar durante la tarde y la noche, el jueves a primera hora siguen su peregrinar a Mascota. En esta jornada tienen que subir una pendiente prolongada que les toma cuatro horas hasta alcanzar una altitud cercana a los 3 mil metros de altura.
Luego sigue el descenso rumbo a una laguna que se formó hace mucho tiempo sobre un cráter volcánico.
Los peregrinos llegan a Mascota entre la una y dos de la tarde. Descansan casi 24 horas para continuar con su penúltima jornada rumbo a Cocinas, donde pernoctan para que al otro día a las 5 de la mañana comiencen a caminar hasta llegar al arco de bienvenida en Talpa, donde los esperan los familiares con una banda de viento que empieza a tocar media hora antes de su llegada.
No son pocos los que realizan esta travesía. A pie, simplemente acuden no menos de 400 ixtlenses a visitar a la virgen de Talpa. Hacia allá se dirigen en estos momentos. Por eso la ciudad se ve un tanto desolada. Su “partida” ocasionó un decrecimiento en la actividad citadina. Ixtlán se ve en calma. Todo debido a este suceso, como ocurre cada año.
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