Omar G. Nieves
Celebran pomposamente cada cumpleaños con viandas y licores patrocinados, realizan brigadas de limpieza y actividades recreativas para niños, organizan torneos deportivos y regalan despensas, pintan bardas y reparten volantes con la identificación de su emblema o denominación; pero no andan en campaña, ni promueven a ningún candidato. Su altruismo es espontáneo, generoso, desinteresado y, sobre todo, apartidista.
Son los grupos o agrupaciones plenamente identificados con ciertos políticos que aspiran a la gubernatura del estado y que se aglutinan en el movimiento “Tu Sumas” o “Fuerza Nayarita”. Son mayoritariamente jóvenes que emprenden una manera distinta de hacer política, de realizar un proselitismo político de corte social, dejando atrás el discurso y la retórica que llenó de hastío a la ciudadanía.
Ayudan al pueblo con recursos asistencialistas. Saben el reclamo social que su dirigente nacional, Beatriz Paredes Rangel, ha dicho en varias entrevistas: “se ocupa de un giro en la economía que se traduzca en garantía de empleo, llevado de la mano de un mayor ingreso salarial”; y en ese sentido, prometer no cuesta nada, simular encaminarse hacia esas metas, vale poco.
La pregunta es: ¿Qué tanto cuesta al pueblo esta forma de hacer política? ¿Qué tan provechoso es acogerla, o bien, secundarla? Eso no lo sabemos porque no está en nuestras manos predecir el futuro. Sin embargo, hay pautas que nos permiten prever un escenario sin muchas expectativas:
Primero, los alicientes que hoy agitan a tantos jóvenes del movimiento “Tu Sumas” o de “Fuerza Nayarita”, salvo honrosas excepciones, se acabarán tan pronto uno de los dos grupos venza y alcance su objetivo.
Dos. Aún suponiendo que la efervescencia perdure, los problemas sociales ya rebasaron lo que en un nivel de gobierno local – tanto a nivel municipal como estatal – se puede hacer para contrarrestarlos. (Nota: no es que tengamos esperanzas con estos grupos en la federación, pero al menos en un ámbito de operación política y económica más grande, tendría sentido esa posibilidad).
Tres. Creemos que en muchos casos la buena fe de los actores políticos es sincera, mas por convicción, sabemos que no se puede hacer mucho en un sistema de desplanificación económica.
Finalmente, aunque la mayoría sabe quiénes son los que están detrás de estas organizaciones políticas, tarde que temprano éstos darán la cara y tendrán que ser juzgados por las obras que han hecho cuando han ocupado cargos públicos; y ahí sí, veremos cuál fue la cosecha que otros sembraron para manos ajenas.
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